Page 29 - Banca Pueyo 125 Anos
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La consolidación (1920-1938)

“(…) Las formas tradicionales o incluso los pequeños bancos
urbanos o locales, se atrincheran con más fuerza, compitiendo con
bancos de mayor calado por segmentos de mercado que conocen
a la perfección. De forma gráfica, podríamos establecer la paradoja
de que las casas de banca y los pequeños bancos agrandan su
capacidad financiera en sus universos de referencia, frente a las ofi-
cinas de bancos de mayor tamaño que ven mermada su potencia-
lidad en el día a día con el cliente en dichos segmentos del
mercado1.”

El inicio de la década de los veinte coincide con el fallecimiento2 de uno
de sus fundadores y cabeza visible de la entidad, D. Javier del Pueyo y Pueyo.
Al tratarse de un negocio familiar, cuyos miembros son muy numerosos -no olvi-
demos que D. Javier tenía seis hermanos-, pasará a partir de ahora a manos de
una segunda generación de banqueros, a pesar de que algunos de los funda-
dores no morirán hasta transcurridos unos años3. De hecho, Fernando del Pueyo
seguirá compartiendo ahora con sus sobrinos las tareas de responsabilidad,
pero delegando progresivamente las mismas hasta su defunción.

Una vez acontecida la desaparición del principal gestor en el negocio,
se abre una nueva vía familiar para perpetuar la actividad. Al menos dos de sus
sobrinos, Luis y Ricardo del Pueyo y Pueyo, vinieron desde Hornillos de Cameros
reclamados por sus tíos residentes en Villanueva de la Serena. Los citados Luis
y Ricardo eran hijos de Gregorio del Pueyo, quien contaba con otros hijos en
Sevilla y Córdoba4. Estos regentaban una fábrica de cristales, industria de la que
eran propietarios, cuya denominación fue Pueyo Hermanos, y también ejercieron
su labor bajo el nombre de Pueyo y Compañía. Uno de sus hijos, Luis, será
designado para suceder a sus tíos en el negocio de Villanueva de la Serena y
consolidar la actividad financiera de Pueyo Hermanos. La sucesión a la segunda
generación se pro-
duce en estos
momentos. Los feli-
ces años veinte ser-
virán para apuntalar
lo que treinta años
antes se había ini-
ciado. Es el
momento de la con-
solidación.

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